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“Berna”: la distopía de los osos peronistas

En las líneas que siguen me referiré a un interesantísimo texto, aún inédito, que se conserva en la Fundación Martínez Estrada, de Bahía Blanca, Argentina.3 Es un dato poco conocido el hecho de que Martínez Estrada hubiera viajado a Suiza4 de paso hacia la Unión Soviética en 1957. Estuvo en Berna y Zúrich y, aunque no dejó textos en forma de diario, sí esbozó otro tipo de testimonio. Me refiero al relato “Berna”, insertado en una colección de Escritos de viaje, de un carácter mucho más referencial. Frente a otras narraciones descriptivas de viajes del autor, animadas por un afán documental, “Berna” adopta el disfraz genérico de relato de viaje realista para introducir un argumento con intención fantástica y satírica.

Al comenzar el relato, tenemos la impresión de que el texto tiene una intención referencial, con pretensiones informativas y un carácter descriptivo, rasgos pro-pios, en definitiva, del género de la literatura de viajes: “Berna es una ciudad típi-camente suiza, y esto equivale a decir: hermosa, limpia, bien construida y mante-nida cada día y todos los años en forma higiénica. Las primeras experiencias convencen al forastero de que ha sido dispuesto con complacencia, porque todo está servido para servirlo y agasajarlo” (Martínez Estrada, “Berna”, 1).

Esta sensación de inmediata comodidad, tanto en el nivel de la enunciación como en el enunciado, se rompe de forma brusca cuando, de pronto, el viajero refiere su encuentro con un oso en plena calle. Se trata de un oso, aclaremos, suizo y, por tanto, civilizado: “Advertí ante mí un enorme oso pardo, muy ceremonioso, que con una mano me hacía señas de que lo siguiera y con la otra se golpeaba sua-vemente el pecho que cruzaba una banda con la leyenda: Hotel Osorio” (1).

Enseguida nos deslizamos hasta la esfera de lo irreal. Como Berna es la ciudad que ha hecho del oso pardo su escudo y su bandera cantonales, los osos forman parte de la población junto a los seres humanos. La convivencia es, en apariencia, pacífica, y los animales, antaño perseguidos, se han integrado en la comunidad como ciudadanos honorarios. Más aún: su imagen es ensalzada en estatuas, mar-cas comerciales, vitrales, impresos periodísticos, etc. Por dondequiera que uno vaya, se encuentra con estos pacíficos ciudadanos que se ofrecen a acompañar a las ancianas a cruzar la calle o cuidan de los niños pequeños en los parques.

3 Agradezco a la Prof. Mariana Moraes su gentileza al pasarme copia del texto, fruto de su investigación doctoral. El cuento procede de los fondos de la Biblioteca Nacional de Bue-nos Aires y el original se encuentra en Bahía Blanca (Argentina). Para la actividad viajera de Martínez Estrada, véase Moraes (Sur y el turismo ideológico. Políticas del viaje en María Rosa Oliver y Ezequiel Martínez Estrada).

4 Carlos Adam, autor de la más completa bibliografía de Martínez Estrada, registra manuscritos inéditos de los viajes de Martínez Estrada como: “Notas de viajes:  U.R.S.S.  Berna. Zurich.

Lucerna. Ginebra. Iasnaia Poliana” (131). Adam no habla del año. Pero sí lo hace otro biógrafo, Orgambide: “1957, a Rumania y la URSS” (84).

Con un tono que imita el de una guía turística, el narrador anima a simpatizar con estos peculiares individuos que, incluso, desempeñan oficios públicos, como conductores de tranvías, etc.

Sin embargo, un matiz inquietante se cuela en medio del elogio casi completo:

“Las locomotoras siguen a su cargo, desde que triunfaron en una huelga de auto-motores en 1951” (6). Poco a poco el discurso del narrador se va volviendo con-tradictorio. Así, “da gusto entenderse con estos seres que han dejado de ser ani-males irracionales sin haber adquirido del todo, por lo menos hasta ahora, los atributos humanos de razón, cálculo y picardía” (4-5); pero, al mismo tiempo, se ha dado el caso de que “se temía una sublevación en masa de los súbditos alfabe-tizados” (7), es decir, los osos más cualificados que se emplean en oficios de ser-vidumbre. De hecho, como las familias de osos son más prolíficas que las huma-nas, en 1957 la población de Berna es de 600.000 seres humanos y 536 000 osos.

Esos últimos disfrutan cada vez de más privilegios y de vez en cuando celebran reuniones multitudinarias de carácter político. Procesiones de más de treinta mil osos desfilan con puntualidad a las cinco de la tarde por el centro de la capital mientras los atemorizados seres humanos echan el cerrojo a los negocios y el trá-fico se detiene por el centro… El lector, a estas alturas, ya puede ir sacando con-secuencias en términos de lectura alegórica.

Igual que en los relatos opositores sobre las masas peronistas, los ciudadanos de Berna se encierran en sus casas y contemplan los desfiles. También el tema de la ocupación sale de inmediato: “Algunos sociólogos vaticinan que un día más o menos próximo, si los osos logran coordinar sus fuerzas y organizarse en clase confederada, con conciencia de tal, podrían ocupar la ciudad, sus mercados, casernas, iglesias, bancos y tomar posesión del gobierno de la Confederación, de la Unión Postal Universal, de la Central de Hoteles Cosmopolitas […]” (12).

Dos asonadas, continúa el texto, se registran en la historia de Berna. En una de ellas, los osos pobres, aquellos que viven en las afueras, llamaron a otros congé-neres de muy distantes lugares e invadieron la ciudad en forma pacífica. Como en otras ocasiones, “ocuparon” las casas de sus hermanos los osos urbanos. Pero, no contentos con eso, llenaron las plazas y las calles del centro. La descripción de su llegada recuerda las versiones antiperonistas sobre los manifestantes del 17 de octubre de 1945 que reclamaban la liberación de su líder:5 los osos se entregan

5 Pocos días antes del 17 de octubre de 1945 el teniente coronel Perón, secretario de Trabajo, fue encarcelado por el gobierno. Aquel día, una multitudinaria manifestación de partidarios reclamaron su liberación en la Plaza de Mayo, petición que fue escuchada. La jornada concluyó con Perón dirigiéndose a sus fieles desde el balcón de la Casa de Gobierno. Este día ha sido calificado de “mito fundacional del peronismo”. Para una visión de los acontecimientos y su significación histórica, véase Plotkin.

a toda clase de “efusiones desordenadas y festivas”, se emborrachan, trepan a los árboles de los parques y abrevan en las fuentes, etc. Las autoridades, incapaces de tomar medidas fuertes, no se atrevieron a disolver a tan molestos huéspedes y se limitaron a soportarlos y esperar a que se fueran (15-16). Cuando lo hicieron, había aumentado el número de “población honoraria”, ya que más de 80 000 deci-dieron quedarse.

La segunda gran manifestación de los osos invierte el recorrido del viaje ante-rior, ya que ahora la masa no se mueve hacia la ciudad, sino que escapa de ella.

El 6 de junio de 1934, se dice, la población ursina decidió salir de la ciudad y echarse al campo. En ese entorno, los animales comenzaron a recuperar su bar-barie primitiva y se entregaron a la poligamia. Los seres humanos se encontraron que no tenían mano de obra para los trabajos manuales pesados o para los cuida-dos de las familias. Para colmo, a ello “se unía el temor a las represalias de las divinidades totémicas” (17), esto es, los dioses-osos, que, según la tradición, pro-tegen a la ciudad. Las autoridades volvieron a hacer gala de debilidad al suplicar a los osos que regresaran. Tras varios intentos en los que algunos emisarios se dejaron convencer para integrarse a la barbarie, por fin los osos cambiaron de opinión y regresaron, acaso porque llegaba el invierno y añoraban el calor de las casas humanas… El relato se clausura con el discurso tranquilizador y falsamente optimista del comienzo:

Desde entonces, la convivencia de la ciudadanía honoraria y la civil es tan armoniosa como la de los suizos alemanes, los suizos franceses y los suizos italianos […]. Cesó la promiscuidad de las familias y Berna continúa siendo, gracias a Dios, el centro de atracción de los turistas del mundo occidental como un anticipo del paraíso terrenal de la confraternidad de razas y de especies. (19-20)

No es difícil proponer una lectura alegórica de esta Suiza invadida por la barbarie plantígrada. En este viaje imaginario de Martínez Estrada convergen dos temas bien conocidos de la literatura antiperonista: los desfiles de las bárbaros dentro de la ciudad y la ocupación del espacio, privado o público, por parte de la misma masa.6 Además, la asimilación simbólica de la masa con la población de osos remite a otra metáfora favorita del discurso antiperonista: la que niega toda ciu-dadanía argentina a los peronistas por considerarlos “animales”. Nos recuerda al

6 El célebre cuento “Casa tomada” (1946) de Julio Cortázar y su interpretación política a partir de Sebreli serían los referentes más claros de una imagen que se desarrolló en los años siguientes:

el peronismo habría actuado como una “invasión” incontrolada de los espacios que hasta entonces eran patrimonio de las clases altas y medias.

famoso “aluvión zoológico” con que el diputado radical Ernesto Sanmartino denigró a sus rivales y que ha terminado por convertirse en una frase común del lenguaje sociopolítico argentino.

Se advierte, no obstante, una leve novedad con respecto a otros testimonios, incluso los del mismo autor: el tono distanciado, tal vez por poco consciente, con que el narrador enfoca los sucesos. Si, como acabamos de leer, el final recupera el lenguaje políticamente correcto de la armonía social entre animales y seres humanos, ello se debe a que el narrador adopta un presunto discurso oficial de reconciliación que no tiene asidero. La famosa frase del general Lonardi, tras la destitución de Perón, “Ni vencedores ni vencidos”, buscaba un entendimiento con la masa peronista a la que se había privado de su líder. Seguramente es ahí por donde debe leer “Berna”. Escrito después de su viaje a Suiza en 1957, este cuento fantástico es un sueño a la distancia sobre la Argentina contemporánea.

En ese momento las estrategias de reconciliación ya han fracasado y Aramburu ha iniciado su política de desperonización sistemática. Martínez Estrada se ubica en la línea más dura. Por eso se burla de la posibilidad de todo acuerdo, de la misma manera que pinta un absurdo sistema social basado en una concordia irrealizable. Nada, en realidad, puede esperarse de los osos, ya que son peligrosos por naturaleza. La sustitución del peronista por un improbable oso civilizado no hace sino acentuar la ironía de todo el relato. Pero, a su vez, la sátira también alcanza a las clases dirigentes de esta Suiza-Buenos Aires. Débiles e incapaces, los políticos no pueden detener la invasión de animales forasteros y se dejan extor-sionar por la huida de los “ciudadanos honorarios”. Atenazados por el remordi-miento histórico (sus antepasados cazaron osos en los bosques), ahora permiten que sus antiguas víctimas secuestren emocionalmente a sus presuntos superiores, los humanos.

Obras citadas

Adam, Carlos. Bibliografía y documentos de Ezequiel Martínez Estrada. La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1968.

Martínez Estrada, Ezequiel. “Berna”. En Ezequiel Martínez Estrada. CD Escri-tos de viaje. Texto inédito. Biblioteca Nacional, Buenos Aires, s.a.

Martínez Estrada, Ezequiel. ¿Qué es esto? Catilinarias. Buenos Aires, Lautaro, 1956.

Martínez Estrada, Ezequiel. Panorama de los Estados Unidos. Intr., notas y bibliografía de Joaquín Roy. Buenos Aires, Torres Agüero, 1985.

Martínez Estrada, Ezequiel. Las 40 y Exhortaciones. Buenos Aires, Las Cua-renta, 2007.

Martínez Estrada, Ezequiel. “Discurso improvisado en la cena del Club Uni-versitario de Bahía Blanca el 18 de enero de 1956”. Disponible en línea: http://

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Moraes Medina, Mariana. “Viajeros del panamericanismo. Escritores argenti-nos a Estados Unidos en el auge de la Buena Vecindad”. En Carolina Depetris y Adrián Curiel (eds.): Geografías literarias de América. Mérida (México), UNAM, 2015, pp. 211-250.

Moraes Medina, Mariana. Sur y el turismo ideológico. Políticas del viaje en María Rosa Oliver y Ezequiel Martínez Estrada. Tesis doctoral inédita. Univer-sidad de Navarra, 2015.

Orgambide, Pedro. Radiografía de Martínez Estrada. Buenos Aires Centro Edi-tor de América Latina, 1970.

Plotkin, Mariano. El día que se inventó el peronismo. Buenos Aires, Sudameri-cana, 2007.

Vázquez, María Celia. “Peronismo, pobreza y retórica (Martínez Estrada vs.

Borges y la yapa: la respuesta de Jauretche)”. José Amícola (dir.) et al.: Actas del VII Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría de la literatura. La Plata, UNLP, 2009. Disponible en línea: http://citclot.fahce.unlp.edu.ar/vii-congreso/

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Viñas, David. Literatura argentina y política. De Lugones a Walsh. Buenos Aires, Sudamericana, 1996.