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Textos autoficcionales. De la teoría a su aplicación práctica

La autoficción como teoría y su uso práctico en la enseñanza universitaria de la literatura

3. Textos autoficcionales. De la teoría a su aplicación práctica

La corriente de subjetividad que caracteriza la literatura contemporánea occi-dental y que conlleva la presencia cada vez mayor del autor en el texto, sobre

3 Traducción mía al español (Lejeune, 1996: 14).

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todo a partir de los años 70, es especialmente relevante en España, donde la autoficción alcanza una importante notoriedad (entre otros „géneros del yo”).

De los diferentes escritores que pueden servir de ejemplo para demostrar ya en la práctica las características de un texto autoficcional, he elegido en la clase la presentación de tres ecritores –Juan Marsé, Enrique Vila-Matas y Javier Marías– cuyos textos pueden ilustrar, cada uno a su manera, un aspecto diferente de la presencia del autor en el texto y de la autoficción.

El caso de Juan Marsé es especial, porque todas sus novelas abundan en elementos autobiográficos, sin embargo no se pueden considerar ni autobio-grafías ni autoficciones. Mi modelo de interpretación parte del análisis de un texto breve, Ayudante de laboratorio (publicado en la serie titulada El peor verano de mi vida), el cual tiene varias ventajas: por ser breve puede ser leído y comentado en la clase, además, el texto íntegro es asequible en internet, en la página web oficial de Juan Marsé o en www.elmundolibro.com con fecha del 13 de agosto de 2000. Ya en una primera lectura se nota que el texto corres-ponde a la definición ya clásica del relato autobiográfico por Philippe Lejeune:

es una narración retrospectiva en prosa en la cual una persona „real” relata un episodio de su vida individual. En cuanto a la posibilidad de identificar autor-narrador-personaje, llaman la atención las coincidencias con la vida del escritor Juan Marsé, las referencias precisas y concretas a lugares y personas reales (como, por ejemplo, Carlos Barral, quien además, sería el editor de varias novelas de Juan Marsé en Barcelona, lo cual se especifica abiertamente en el texto). Podemos también añadir un nuevo punto de vista, al evocar los crite-rios de Darío Villanueva quien, siguiendo la terminología de Gérard Genette, considera que lo esencial de la autobiografía es que sea una narración autodie-gética y que se construya temporalmente sobre la retrospección (Villanueva 1995: 181). Efectivamente, la historia narrada en Ayudante de laboratorio se reconstruye desde el presente de la enunciación hacia el pasado.

Debemos completar este análisis presentándoles a los estudiantes Si te dicen que caí una novela de 1973, pero la más compleja del autor, donde vale la pena destacar la pluralidad de narradores (un gran número de „yo”-s que narran su historia), observar las abundantes referencias concretas a lugares y personajes reales (desde plazas y calles, bares, cines y películas, hasta pequeños objetos de uso cotidiano de la época). También podemos verificar si los estudiantes conocen estas referencias, si saben, por ejemplo, quiénes fueron los maquis, qué pudo ser la Modelo, qué significan las siglas que aparecen en el libro (POUM, SIM, etc.). Estas informaciones les permitirán conocer el contexto histórico-cultural en el que se ambienta la historia. A propósito de los Hogares de Auxilio

135 La autoficción como teoría y su uso práctico en la enseñanza universitaria Social vale la pena ver juntos y comentar algunas viñetas del famoso tebeo de Carlos Giménez, titulado Paracuellos4 y evocar los demás tebeos que aparecen en el texto (como Tarzán, Flash Gordon, el Guerrero del Antifaz, etc.).

Casi cuatro décadas después de Si te dicen que caí, en 2011 escribe Marsé su novela más reciente, Caligrafía de los sueños, en la cual las alusiones a la realidad histórico-política y socio-cultural de la posguerra son ya explícitas (un buen ejemplo podría ser la clara y recurrente alusión a los falangistas como „ratas azules”, o la historia irónica de un antiguo falangista) y los vín-culos entre autor-narrador-personaje parecen ser también más estrechos, el protagonista parece vincularse cada vez más al propio autor (fue adoptado al igual que Juan Marsé, en el verano de 1948 tiene quince años, trabaja en un taller de orfebrería, etc.). En esta última novela de Marsé, se borran los límites entre realidad y ficción, como en una autoficción, intensificándose el efecto de veracidad, de credibilidad del texto.

Un aspecto estrechamente vinculado con la autoficción, que también está presente en las obras de Marsé pero es todavía más característico en las de Enrique Vila-Matas, es la intertextualidad. El segundo modelo de análisis puede basarse en este aspecto a través del análisis de El mal de Montano.

Las relaciones intertextuales que la novela mantiene con otras obras de la literatura mundial y también la propia de Vila-Matas es una de las bases de la narrativa de este autor, y no solamente arroja luz sobre él y su escritura, sino que le abre mil puertas posibles al lector: en primer lugar porque nos incita a leer un sinfín de obras, en segundo lugar porque multiplica las posi-bilidades de interpretación. Me refiero, por ejemplo, a las alusiones a Sergio Pitol, cuya amistad con Enrique Vila-Matas aparece en páginas de distinta índole (desde los textos literarios propiamente dichos, hasta la página web del autor) y al final resulta incluso conmovedora, o a la referencia a Alan Pauls y su idea de la literatura parasitaria, definida a propósito de Borges.

El narrador del „Diccionario del tímido amor a la vida” (así se titula la segunda parte del libro) no solamente expresa su admiración por El factor Borges de Alan Pauls y, en concreto, por el capítulo titulado Segunda mano, sino también incluye largas citas, en las cuales parece repetir literalmente las palabras del ensayista argentino, porque –tal como Borges– él también se puede considerar un parásito literario. Si el lector, curioso, se toma el trabajo de leer el capítulo citado del libro de Pauls podrá captar el sentido más profundo de la intertextualidad: no solamente leerá lo que significa el parasitismo (o «segunda mano»), sino también podrá descubrir paralelismos

4 La colección Todo Paracuellos fue prologado justamente por Juan Marsé.

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entre el propio Borges y Vila-Matas (que, al parecer, el escritor español no quería poner en evidencia explícita).

Igualmente podemos basar nuestra interpretación en los fuertes vínculos que El mal de Montano mantiene con los diferentes textos del „yo”. A partir de la primera página del libro, la escritura autobiográfica está constantemente presente, y reaparece a través de múltiples formas y reminiscencias en los ca-pítulos siguientes. El libro empieza con la narración en primera persona de un narrador autodiegético cuyo nombre desconocemos, es decir, no se cumple la homonimia autor-protagonista como criterio distintivo primario para poder hablar de autobiografía. Pero las ideas de Philippe Gasparini sobre lo que él llama «operadores de identificación» (la edad, el contexto socio-cultural o la profesión del narrador), permitirán muy pronto que hablemos de autoficción.

Además, añade Gasparini, si hay algún dato biográfico del personaje que en sí sólo es suficiente para equiparar al personaje con el autor, es su actividad de escritor5. Efectivamente, el narrador de „El mal de Montano” (el primer

„capítulo”), no se define por un nombre, sino sobre todo por su profesión:

ya en las primeras páginas del libro el narrador nos cuenta que es crítico literario, es decir, no es escritor, pero por lo menos pertenece al mundo de la literatura. Lo que es más, la primera alusión a su hijo, Montano, revela que éste sí es escritor, aunque un escritor enfermo, sumido en una situación trágica:

bloqueado, ágrafo, incapaz de seguir escribiendo.

La presencia intensa y multifacética del género autobiográfico puede servir de punto de partida para realizar una interpretación posible de El mal de Montano: en medio de las constantes transformaciones y juegos que minan la confianza del lector, llama la atención una emoción que se mantiene con completa seguridad a lo largo de la obra: una sensación de miedo, de preocu-pación constante por la enfermedad del mundo de la literatura (y de la cultura) a finales del siglo XX y a principios del siglo XXI.

Por último, el tercer ejemplo puede ser Todas las almas (1989) de Javier Marías, que nos permite emparentar los textos literarios con imágenes sacadas de la realidad, y tratar el tema de realidad frente a ficción, o de autor frente a narra-dor, para destacar solamente dos aspectos relevantes. En esta novela de Javier Marías, un narrador en primera persona cuenta la historia de su estancia en

5 « S’il est un trait biographique du personnage qui autorise, à lui seul, son identification avec l’auteur, c’est l’activité d’écrivain. (…) S’il attribue cette manie à son héros, il signale ipso facto, par le moyen le plus simple et le plus efficace, un point commun entre eux; il instaure un effet de miroir qui va structurer leur relation, donc déterminer l’appréciation générique du texte par le lecteur. » (Gasparini 2004: 52).

137 La autoficción como teoría y su uso práctico en la enseñanza universitaria la ciudad universitaria de Oxford, cuyo recorrido no solamente evoca detalles biográficos del autor, sino permite hacer un hermoso recorrido virtual a través de All Souls College, Trinity College, el Instituto Taylor, la librería Blackwell’s y la del anticuario Waterfield, la Bibliotheca Bodleiana, etc. y personajes igualmente cautivadores e impactantes, como el profesor Toby Rylands o la enigmática fi-gura de John Gawsworth cuya vida oscila entre realidad y ficción. Basándonos en estos ejemplos, podemos sugerir (con la participación de los estudiantes) las preguntas más fundamentales que plantean los textos, tanto desde el punto de vista de la dicotomía autor-narrador, como realidad-ficción: ¿Qué elementos contribuyen a distinguir y a confundir narrador y autor? ¿Dónde termina la realidad y empieza la ficción? Por último, y evocando ya los tres ejemplos lite-rarios que nos han servido de ilustración, reunamos los aspectos mencionados e intentemos definir (o predecir) los objetivos y los efectos de este tipo de literatura.

Son las peguntas fundamentales que debemos contestar (de forma interactiva) a propósito de la autoficción.

La aplicación práctica de la teoría de la autoficción puede pasar ahora a ma-nos de los propios estudiantes, quienes pueden elegir libremente una obra para analizarla desde el punto de vista de la autoficción. El profesor puede ayudarles con algunas sugerencias, una lista posible de escritores que se podrían analizar (en nuestro caso, la lista cotenía nombres desde Miguel de Unamuno y Ramón María del Valle-Inclán, hasta Camilo José Cela, Antonio Muñoz Molina o Julio Llamazares), naturalmente siempre dentro de lo que corresponde al interés de la clase (en nuestro caso, literatura española de los siglos XX y XXI).

El método didáctico es el siguiente: los estudiantes preparan sus estudios en casa, después relizan su presentación (elaborando un documento ppt, ilustran-do el conteniilustran-do con ejemplos textuales concretos) y después de haberla hecho, deberán también entregar su trabajo por escrito. Antes de hacerlo, disponen de algún tiempo para enriquecer su análisis aprovechando los comentarios hechos por los demás estudiantes o el profesor en la clase, en el momento de la presentación oral del tema.

El curso termina con una clase en la cual los estudiantes deberán analizar en escrito un fragmento literario que les entrega el profesor, preferiblemente sin decir el nombre del autor y el título de la obra en cuestión. Ocultar el nombre del autor e incluso del título de la obra puede resultar sumamente útil, porque de esta forma los estudiantes se ven obligados a analizar únicamente el texto propiamente dicho, y pueden también intentar adivinar quién puede ser el autor del texto, basándose en detalles de carácter autobiográfico. En nuestro caso, el fragmento provenía de Diario de un hombre engañado de Félix de

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Azúa, donde después de la entrega del análisis individual del texto, hemos comentado brevemente el paratexto, ya de por sí elocuente.

Las interpretaciones escritas de los estudiantes, sumamente interesantes, han demostrado que el mismo texto puede dar lugar a una multitud de inter-pretaciones incluso teniendo el mismo punto de partida teórico, y también, que la teoría de la autoficción sirve para descubrir nuevos aspectos de los textos literarios (los cuales, además, no necesariamente se refieren al autor propiamente dicho), así como para motivar y entusiasmar a los estudiantes a que lean y no teman acercarse con actitud creativa a los textos.