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Lorca y el mundo gitano

5. La mitología gitana de Lorca

Además del espacio poético basado en la realidad, Lorca evoca otro mundo más abstracto a través de un sistema de simbología peculiar. En la representación de este mundo, los símbolos se basan en la tradición popular, cuyos elementos hacen posible la creación de un mito propio. Para el universo lorquiano sin fronteras, el gitanismo se convierte en un instrumento perfecto. Una sociedad que a veces es incapaz de seguir las reglas morales de la cultura occidental

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y cuya incorporación a la sociedad es fallida, lo que se puede poner en paralelo con el propio poeta que experimenta el rechazo social.

Los animales en casi cualquier sociedad forman parte de la tradición po-pular, y la nutren de predicciones y supersticiones. El animal que con mayor frecuencia aparece en la obra de Lorca es el caballo llevando a su jinete hacia su destino. Está presente en el romance de «La casada infiel» en el que el joven quiere seducir a una mujer casada, en el asalto entre la Guardia Civil y los gitanos, así como en otras ocasiones. En el plano real, el caballo anda entre montañas y llanos, entre el campo y grandes ciudades, como Córdoba o Sevilla a las que quiere llegar, por ejemplo, Antonio Camborio, el joven gi-tano de Romancero Gigi-tano. En cuanto a su valor simbólico y mitológico, este animal transmite la fuerza varonil, es más bien un símbolo masculino. En el

«Romance de la Guardia Civil» ya en la primera línea aparecen los caballos negros con los guardias para destruir el poblado gitano, y el color negro implica un sentido mitológico: es como si el ejército de Hades, el dios de la morada de los muertos, llegara al asentamiento gitano. Con esta imagen, Lorca ya anuncia el destino trágico de los gitanos.

También puede resultar emblemático que Lorca eligiera para sus romances un animal que originalmente era libre y salvaje, pero que se había convertido en un animal domesticado y esclavo de la civilización humana. El destino de los gitanos en este caso puede ser paralelo al de los caballos. El pueblo gitano tiene que obedecer la cultura occidental para ser domesticado y convertirse en un miembro de derecho en esa sociedad.

Además, como los gitanos creen en los fantasmas y otros seres sobrenaturales, el caballo también es el símbolo de la brujería. Hasta tal punto, que la bruja puede revestir la imagen de un caballo. Asimismo, Lucifer también puede aparecer como caballo. Rostás-Farkas explica que en la mitología gitana, el de-monio quiere seducir a las gitanas, pero es difícil descubrir su forma de caballo porque siempre lleva pantalones negros y un sombrero (2000: 102-103). Esta creencia confirma el contenido erótico del caballo en la mitología gitana. En este punto resulta interesante evocar una vez más la figura de Soledad Montoya, quien en el «Romance de la pena negra» sufre la pérdida de su amor, pero no es capaz de frenar su anhelo erótico, el cual se expresa mediante una evocación del olor del caballo. La mujer que percible el olor a caballo representa la gran pasión por la presencia de un hombre.

También vale la pena destacar que la única yegua, símbolo femenino, aparece en «La casada infiel» y quiere expresar la fertilidad de la mujer, en tanto que el

acto de montar en «potra de nácar» también puede referirse al hecho de que en esta relación quien seduce no es el hombre, sino más bien la mujer. Además, la palabra potra alude a un caballo joven hembra, poco experimentado, lo cual podría ser una razón más para que el error del gitano —que no sabía que la muchacha ya tenía marido— pueda ser perdonado.

Otro símbolo recurrente que podemos vincular con los gitanos es la luna, el cuerpo celeste de la vida nocturna que evoca la melancolía, la tristeza, pero, al mismo tiempo, su luz da protección en la noche misteriosa. En «Romance de la luna, luna» además de este significado simbólico, Lorca carga el símbolo de cualidades femeninas. Gustavo Correa también observa que la luna es antropo-morfizada en un rol femenino y ejecuta una danza ritual frente al joven (1957:

1066). La llegada de la luna anuncia el acto trágico, pero al mismo tiempo da es-peranzas de escaparse amparándose en su claridad, siendo en definitiva el puente entre la vida terrenal y la muerte. Pasa lo mismo en «Romance sonámbulo» en el que la luna acompaña a la mujer «bajo la luna gitana»hacia la muerte.

La luna es también parte de la creencia gitana y no solo de la mitología lor-quiana. En el libro de György Rostás-Farkas se pueden encontrar varias expli-caciones sobre la relación entre la luna de Lorca y la luna de los gitanos. Según la leyenda, al principio la Luna estaba junta con la Tierra y el Sol. Mientras que la Tierra creó el suelo, el Sol emitió el calor, la Luna dio luz y conjuró los demonios de la noche cruel. La luna siempre ayuda al pueblo gitano. Creen que durante su deambular, la luna les señala el camino (Rostás-Farkas, 2000:

102-103). En «Romance sonámbulo» también aparece este significado: la luna alumbra el camino hacia la amada, pero cuando el hombre llega a la cumbre de la montaña, solo encuentra el cuerpo sin vida de la mujer. Se puede plantear la pregunta de por qué es trágico el desenlace final si en la mitología gitana la luna es algo positivo. La razón es que Lorca no sigue esta tradición y utiliza su propia simbología. Al igual que en la mayoría de sus obras, aquí también la aparición de la luna anuncia la muerte.

Por último, también los colores poseen un significado especial —sabemos que el negro es el color del luto o de la muerte, y que el amarillo demuestra la envidia, pero ambos colores podrán tener otra interpretación en la poesía de Lorca—; por otra parte, se vinculan con el mundo gitano. El cobre y el amarillo pueden referirse al color de su piel, y también hacen alusión al trabajo de los gitanos. Como he mencionado antes, la fragua, el yunque son partes relevan-tes porque, aunque Lorca no describe concretamente su rol en el mundo del trabajo, a través de estos símbolos sustenta el importante desemepeño de los gitanos en las labores manuales.

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El verde, color de la naturaleza, de la juventud o de la primavera, cuando renace el mundo, se usa en la poesía de Lorca como atributo de las mujeres, de la luna y de otros fenómenos naturales. En estos poemas se ve claramente que en la presencia del color verde, un personaje gitano se muere. De este modo se puede decir que, para Lorca, no solo el negro está relacionado con la llegada de la muerte, sino también el verde. Resulta interesante destacar que el color verde aparece en la bandera gitana y en la andaluza, donde otra vez es el color de la naturaleza. Además, el verde significa para los gitanos la tranquilidad, el refugio porque durante muchos años de nomadismo, el bosque, la pradera fueron el hogar del pueblo gitano (ibid., 79).