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Los elementos gitanos en la obra de García Lorca

Lorca y el mundo gitano

1. Los elementos gitanos en la obra de García Lorca

El poeta se encontró por primera vez con los gitanos en su infancia, y esta experiencia despertó muy pronto su interés por la cultura de aquellos. En su Epistolario también aparecen testimonios de su contacto con el tema gitano.

En varias cartas dedicadas a Melchor Fernández Almagro y Jorge Guillén, Lorca

ya menciona que estaba trabajando en una obra llamada Romancero Gitano, cuya escritura requería mucho esfuerzo (Lorca, 1997: 392).

Debido la pasión de su padre por la música, el joven Federico pasaba mu-cho tiempo con guitarristas y cantaores escuchando su música. Además de aprender a tocar la guitarra con la ayuda de grandes artistas gitanos, su afición por el flamenco se convirtió en una parte de su vida. Podemos afirmar que la mayoría de sus obras como Romancero Gitano o Poema del Cante Jondo se basan en estas experiencias.

Lorca tuvo que explicar muchas veces el porqué de la elección del tema de los gitanos, pues antes nadie había abordado este asunto en el contexto litera-rio. Algunos críticos también aluden a su origen gitano, lo que Lorca siempre negó. Lorca no era gitano, pero sabía que esta afición por la cultura gitana y el conocimiento profundo de su pueblo podían plantear la pregunta sobre su identidad —explica Herrero Salgado (1990: 10-13)—. A su vez, al estudiar la relación entre Lorca y el mundo gitano, Lydia Rodríguez Mata plantea la teoría según la cual la gitanería fue el tema idóneo para que Lorca describiera su mundo interior y creara su propia mitología. El orgullo típico de los anda-luces, cuya tierra desde antiguo se caracteriza por la multiculturalidad, hizo sentir a Lorca la necesidad de no solamente desmentir los prejuicios, sino de situarlos en la sociedad española (Rodríguez Mata, 2000: 24). Asimismo lo corrobora la siguiente frase, pronunciada por el propio Lorca:

[…] el gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocráti-co de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el as-cua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal (1994: 359).

El mundo de los gitanos dejó sus huellas en la obra de García Lorca desde el principio, especialmente en su poesía, pero con intensidad y matices diferen-tes. Esto significa que mientras que Poema del Cante Jondo incluye los rasgos más «realistas» del mundo gitano, Romancero Gitano muestra un aspecto más abstracto de este pueblo.

Todavía libre de los «ismos», Poema del Cante Jondo se compone de can-ciones emocionantes procedentes de la etnia gitana, cuyos sencillos tesoros representa. El cantaor canta, el bailaor baila en un paisaje espiritual. Dicho con otras palabras, escenas de la vida cotidiana gitana se convierten en crea-ciones artísticas. En ellas, los dos ingredientes básicos son la sangre y el ritmo, y sus especias indispensables, la pasión y el temperamento gitanos (Josephs y Caballero, 1998: 55-64).

110 Viktória Szeles

El flamenco es una forma de vivir. Bailar y cantar flamenco no es solo un arte, sino que conlleva todo lo que significa ser gitano andaluz. Lorca mostró desde el principio que el elemento más peculiar, el alma del flamenco era el duende, y creó una teoría sobre él. En su conferencia sobre Juego y teoría del duende destacó que el flamenco no existía sin el duende, esa fuerza, esa pasión que arrastra a los bailaores y los eleva a un nivel trascendental. Y esta misma energía se transmite a través de las obras de Lorca. El ritmo, la musicalidad y los instrumentos representados reaniman una escena artística.

Si observamos los poemas del libro Poema del Cante Jondo, se puede en-contrar un paralelismo entre el orden de los poemas y los pasos del flamenco.

En la primera etapa, el público escucha la música y espera la aparición del artista. En el poema «La guitarra» se puede ver el proceso cuando el músico intenta evocar el duende con la música de la guitarra. Pero cuando el artista alcanza este estado eufórico, un grito fuerte —¡Ay!—rompe la armonía. Este grito representa todo el dolor y el sufrimiento que ha sentido el pueblo gita-no a lo largo de la historia. Después del grito, un silencio continúa la escena.

El propósito de este silencio es operar la catarsis en el público. Luego, empieza el baile con pasos muy rítmicos y acelerados mientras se produce la unión del alma y la música.

En Romancero Gitano, Lorca se acerca al tema gitano con mayor intensi-dad para representar a los gitanos a un nivel más elevado. Según Guillermo Díaz-Plaja, el poeta andaluz elimina toda la realidad y el perfil picaresco para alcanzar la «agitanización» del mundo. El mismo autor se refiere al género del romance, señalado claramente a partir del título, y describe cómo llega el poeta del cante al romance, redescubierto durante el Romanticismo y tampoco olvidado en el modernismo. En este proceso se produjo una renovación en el seno de la cual los artistas rompieron la monotonía del género con ritmos internos, pero el romance lorquiano conserva el ritmo tradicional (Díaz-Plaja, 1961: 114-116).

En este volumen, la mitología no es ajena a Lorca. Durante su vida pasó muchas horas leyendo mitología griega, la cual puede ser una de las fuentes de la obra. Tal vez Lorca tuviera la intención de crear una mitología propia en la que los gitanos ocuparan una posición central. No cabe duda de que su idealización de los gitanos como intérpretes del arte se hace más fuerte que en Poema del Cante Jondo. Es preciso mencionar que Lorca no quería universa-lizar su obra, ya que especificó claramente a qué gitanos aludía. A los gitanos andaluces. Y el mundo gitano-andaluz creado por Lorca descubre no solamente

la superficie de sus vidas, sino también lo trágico y lo mitológico a través del uso constante de símbolos y metáforas. Lorca no pudo evitar unificar todo lo que determina a los gitanos: la historia y el mito —tal como lo señaló también Francisco Umbral en su libro, Lorca, el poeta maldito (1978: 73-77)—.